¿Puede el arte cambiar la vida de unos niños
condenados a la miseria y el olvido?
"Los
niños del barrio Rojo" es un
documental que cuenta una crónica de cómo la fotógrafa Zana Briski intentó ofrecer una oportunidad a los hijos de
las prostitutas del barrio Rojo de Calcuta enseñándoles a manejar una cámara de
fotos. Este documental es un tributo a la resistencia de la infancia y al poder
restaurador del arte.
Todo
comienza en 1998, cuando la
fotoperiodista neoyorquina Zana Briski se encontraba en Calcuta documentando la
vida de las más de 7.000 prostitutas del barrio Rojo. Tras pasar varios meses
en los burdeles, conviviendo con las mujeres y sus hijos, Briski se dio cuenta
de que eran estos últimos los verdaderos protagonistas de aquel mundo sin
aparente escapatoria: los niños del barrio Rojo.
La
fascinación que Briski comenzó a sentir por los chicos era la misma que ellos
tenían por su cámara de fotos, y pensó que sería maravilloso ver el mundo a
través de los ojos de aquellos pequeños desheredados. En ese momento concibió
la idea de enseñar fotografía a los hijos de las prostitutas: "Cuando
llegué al barrio Rojo de Calcuta, no tenía ninguna intención de enseñar a los
niños, yo había ido allí para hacer mi propio trabajo: fotografiar la vida de
las mujeres. Sin embargo, tras pasar tiempo con ellos, sentí que debía
ayudarlos de alguna manera" -explica Briski. "Compré varias cámaras y
me puse a trabajar en lo único que sé hacer: fotografías. Al final, los chicos
eran capaces de hacer sus propias fotos y de sentirse orgullosos de su obra".
Durante
su aprendizaje, los niños tuvieron
acceso a un mundo más allá de los muros del barrio Rojo y pudieron hacer
fotos de escenas de la calle, del zoo, la playa... Inspirada por el talento de
sus jóvenes discípulos, y preocupada por su futuro, Briski quiso dar un paso
más e intentar sacar a los chicos de los
prostíbulos, para darles la oportunidad de una vida mejor.
Muchos
de ellos no acudían a clase regularmente y sus opciones tampoco eran muy buenas
si se escolarizaban en las deficientes instituciones públicas indias. Briski buscó colegios internos que quisiesen
hacerse cargo de ellos y preparó una exposición con las fotos de los niños
-primero en Nueva York y después en Calcuta- con el fin de recaudar dinero para
su educación: el orgullo de los niños al ver expuesto su propio trabajo es una
de las secuencias más poderosas de "Los niños del barrio Rojo".
Pero conseguir que los chicos traspasasen el
mundo en el que habían crecido no era nada fácil, ya que debían enfrentarse
con el caos y los peligros del prostíbulo: clientes agresivos, abuso de drogas
y alcohol, robos y asesinatos, además de correr el riesgo de ser obligados a
prostituirse. De hecho, algunos no lo han conseguido. Aún así, como afirma el
codirector del documental, Ross Kauffman:
"Presenciar la transformación de esos
chicos ha sido extraordinario".
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